PLAN
DE INDUCCIÓN Y FORMACIÓN
PROPUESTA
EDUCATIVA DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS
MÓDULO 6
TEMA: EXAMEN IGNACIANO
San
Ignacio daba mucho valor al examen como modo de rezar. Dicen que él aconsejaba,
cuando el jesuita en alguna circunstancia no podía hacer sus oraciones diarias,
que no dejara de hacer el examen. Y él lo practicaba todas las horas, cuando
escuchaba el son de la campana, elevaba un momento su mente a Dios para
agradecer y examinar lo que había vivido.
El
examen es una oración, es decir, un diálogo con Dios. Es leer como en un libro
sagrado lo que uno vive para comprender lo que le ha sucedido, el sentido profundo
de cada momento, lo que Dios regala en cada momento de vida. Así, el examen
suscita sobre todo el agradecimiento de “tanto bien recibido” por parte de Dios
(muchas veces a través de los demás). La gratitud es lo que nos ubica en
nuestro verdadero lugar de necesitados, de dependientes. Por eso, el primer
paso del examen es dar gracias a Dios por lo que ocurrió en el tiempo que se
quiere examinar, reconociendo su accionar creador en nosotros.
El
examen ignaciano es una buena herramienta para poder llegar a ser
"contemplativos en la acción", para “buscar y encontrar a Dios en
todas las cosas”. Al descubrir la Presencia de Dios que trabaja en nuestra
vida, identificamos aquellas cosas que Dios nos va señalando como buenas, como
llenas de vida, de sentido, de plenitud, y eso nos impulsa a tomar decisiones
que vayan en ese sentido, nos confirma en pasos bien dados, nos estimula y
anima a seguir caminando, así como nos señala los pasos o los deseos que no son
de Dios sino –al decir de San Ignacio-, del Mal Espíritu. Por eso, el examen
nos hace más conscientes de encaminar nuestros pasos para acercarnos un poco
más al ideal de "en todo amar y servir".
Constato que a veces
la vida se nos pasa sin saber qué nos pasa y dejándonos una sensación de vacío,
de sin sentido. Pero cuando tomamos conciencia de cuánto ocurre en nuestro
interior y en nuestro alrededor, nos admiramos de cuántas cosas importantes
ocurrieron, que pasarían inadvertidas, saboreamos el sentido profundo de cada
vivencia con la gratitud de “tanto bien recibido”. Descubrimos que aún las
contradicciones son usadas por Dios para nuestro bien.
Saborear el gusto de
lo vivido es lo que nos convierte en sabios, por eso, practicar el Examen Ignaciano
es un camino de sabiduría.
El examen nos lleva a
una toma de decisiones que sintonizan con lo que Dios nos sugiere para
plenificar nuestra vida.
Encontrarás que los
alumnos practican el examen en el espacio de “Pausa Ignaciana”. Responde a un
Acuerdo del JESEDU (Encuentro mundial de Educación jesuita, 2017), en que se
promueva el Examen en todos los colegios jesuitas del mundo.
Es muy bueno también
hacer un examen ignaciano al final de una clase, o un módulo, o un tema para
tomar conciencia de la Presencia de Dios creador. Con cada clase, en los
estudiantes ocurren cosas en su interior y en los grupos, que los va
transformando, haciendo crecer, en un proceso creador constante que Dios lleva
adelante. En el libro de Aula Ignaciana que se propone al final de este módulo
a modo de repetición, encontrarás indicaciones para realizar este tipo de
examen ignaciano en tu actividad áulica.
Considera, también, la
posibilidad de incluir en tu práctica personal, el hacer el examen ignaciano
con frecuencia. Como decíamos más arriba, es un camino de sabiduría, de gustar
internamente el paso de Dios en todo. Tienes algunas pistas en el apartado 3.-
Lectura complementaria.
Lo “ignaciano” no se
adquiere estudiando sino ejercitándose, haciendo experiencia. Y la experiencia
es en Presencia de Dios.
Ahora te proponemos
hacer un examen ignaciano de lo que viviste en la presente Inducción. Puede ser
un examen al final de cada módulo o un examen al final de todo el recorrido.
Guía de trabajo
1- Mirar
el siguiente video grabado por Leonardo Nardín sj. donde nos introduce e invita
a realizar el examen ignaciano.
Si deseas descargar el video haz clic en el enlace
2- Hacer los dos tipos de exámenes con las guías que se proponen a continuación. El primero es más espiritual como lo concibe San Ignacio y el otro es de metacognición.
* Anoto
las ideas más importantes o mociones que voy teniendo.
3-
Lectura complementaria.